martes, 30 de octubre de 2012

Tesoros... Las Fiebres del Oro .



La fiebre que llevó más a la ruina que a la riqueza.



EL 24 DE ENERO de 1848, James Marshall descubrió oro en el Sutter’s Miller el valle de Sacramento, California, y desencadenó la fiebre del Oro más grande de la historia.  Al divulgarse la noticia, los aspirantes a gambusinos viajaron por decenas de millares de todo el orbe hacia la tierra dorada.



Estadounidenses de ciudades de la costa del Atlántico y el Golfo de México atiborraron embarcaciones muchas veces innavegables que ofrecían el viaje por el Cabo le Hornos.  Otros abordaron destartalados vagones que atravesaban con dificultad las Montañas Rocosas o los desierto de Arizona.  Muchos fallecieron en el trayecto, perdidos durante tormentas o en el mar fulminados por enfermedades o aniquilados por la sed en el camino por tierra.  Sin embargo, en 1849 había llegado a California 80.000 gambusino que se desparramaron por los valles montañosos, cavaron minas y tamizaron ríos en busca de Oro.

Si bien los primeros fortyniners (“cuarenta y nueves , clara referencia a 1849) se hicieron ricos, muchos de los que llegaron después apenas tuvieron para comer, no se diga para hacer fortuna. Gastaban de inmediato sus ganancias en provisiones básicas, que les vendían a precios desmesurados: por ejemplo, cada huevo costaba un dólar. Quienes amasaron verdaderas fortunas fueron los comerciantes de estos productos.
Sin embargo, la seducción que ejercía el Oro no disminuyó.  Los gambusinos se lanzaron en sucesivas y febriles avalanchas por Norteamérica, que continuaron hasta fines de siglo.  Las más espectaculares fueron las de Pike’s Peak, Colorado, en 1859; Deadwood, Dakota del Sur, en 1876; y Klondike, en el territorio canadiense de Yukón, en 1897. 

La pepita de Oro más grande que se ha descubierto es la Welcome Stranger, con peso de 78.4 Kg.  Fue hallada en el estado de Victoria, Australia, en 1869, tirada en un surco de rueda de carreta.

Donde  había  fiebre  del  Oro,  brotaban  de  la  noche a  la  mañana pueblos prósperos  y  broncos,  donde  rudos  aventureros  de  muy  distintas razas y nacionalidades  bebían, j ugaban y  peleaban  duro, sin  gran intromisión de la civilizadora  influencia  de las mujeres  o la ley.   Uno  de  estos sitios  fue San Francisco,  que  se  transformó  en poco  tiempo de la pequeña aldea de Yerba Buena en una ciudad de 55.000 habitantes, donde hubo 1.400 asesinatos entre 1850 y 1856.

Deadwood fue otra ciudad de auge, famosa por su violencia.  Allí, el 2 de agosto de  1876,  Jack McCall  asesinó  por la  espalda a l legendario  explorador  y alguacil federal “Wild Bill” Hickok, mientras éste jugaba al póker en una cantina.

Al decaer la fiebre del Oro, Deadwood quedó abandonada y convertida en pueblo fantasma en cuestión de semanas.  Sin embargo, en otros casos, los valerosos (aunque ilusos) empeños de los primeros gambusinos hicieron posible la colonización humana de muchas zonas inhóspitas.  No sólo en Norteamérica, sino también en Australia, donde se descubrió Oro en 1851, y en Sudáfrica, donde se hallaron ricos depósitos en 1884.  La búsqueda de Oro fundó ciudades importantes, como Denver, hoy capital de Colorado, y Johannesburgo, la más grande de Sudáfrica.  Pero sólo una exigua minoría de los intrépidos cazafortunas encontró la dorada Beta de sus sueños.
Saludos.
LBal.



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